UTOPÍAS CON MELANCOLÍA

UN PEQUEÑO LUGAR PARA SUBLIMAR, PROYECTAR Y TRANSFORMAR TODAS AQUELLAS PALABRAS EN SENTIMIENTOS Y EMOCIONES INIMAGINABLES TENIENDO COMO PRINCIPAL COMPLICE AL INCONSCIENTE

Cumplí 23 años en un contexto algo extraño, pero hoy en día lo extraño es maravilloso.
Los invitados empezaron a llegar temprano, al principio la familia, pero poco a poco fueron llegando los queridos amigos. Los amigos reales tenían que estar (la oveja fue una excepción).
Mis dos hermanas, siempre al pie del cañón, buscando soluciones y lo mejor. Mónica, no equilibró la balanza y sólo envió un mensaje. Mi hermano, se encontraba volando a una nueva aventura para conocer y disfrutar Colombia, pero sé que mandaba los mejores deseos.
Mi mamá, dejando el alma para que todo fuera perfecto, mi papá buscando lo mejor.
Definitivamente, cada año es mejor. Cada año hay nuevas sorpresas, nuevos invitados y no sólo en las celebraciones sino en la vida. Y cada año, existen personitas que te dan amor incondicionalmente.
Sólo queda agradecer...
A mis papás por aguantarme 23 años y amarme incondicionalmente.
A mis hermanas y hermano que a pesar de la distancia los amo.
A cada uno de los invitados por sus abrazos y sus risas sin condiciones y sinceras, porque este año aprendí que lo mejor que puede tener un ser humano, es la honestidad y cada uno, lo fue.
23 años cumplidos, una juventud increíble, donde los errores deben ser menos, donde el aprendizaje tiene que ser más constante de lo normal, donde debo se más selectiva en los invitados de la vida.
Al final, las cosas siempre pasan por algo y esta vez fue para bien, no tuve un problema, sólo una oportunidad. Y al concluir el día, sólo nos queda reflexionar para hacer lo mejor y ser feliz.
23 años de sabiduria y experiencia, pero no lo es todo, aun falta más.
Feliz cumpleaños hermosa GABY!

Hoy tuve un reecunetro con el pasado...
16 años tenía cuando quería subir a un escenario. Fue una opción que no podía rechazar y la tomé. Fui aceptada en esa escuela de artes, era un reto muy grande, pero lo acepte. Como en todo, tuvieron sus momentos buenos, malos, tristes, alegres, eufóricos e increíbles.
Dos chicas, una con una gran sorisa, amable, bonita, alegre, simpática, genial, así era Sonia, una chica tres años más grande que yo, pero la edad no se interponía para mostrar su dulzura y simplicidad. La otra chica, era fría, calculadora, espontánea, entusiasta, Atzirí fue una amiga muy ambivalente, y a pesar que era dos años más pequeña que ella, nos comprendimos, hasta que nos hartamos.
En aquel entonces, era más caprichosa y berrinchuda que de costumbre. Quería que el mundo volteara a verme en aquel escenario azul y negro, sobre todo Fernando, un músico, algo mayor que yo, pero con un gran carisma.
17 años cumplía, y aquellas mujercitas eran mis amigas. Aun recuerdo el baile aquel del restaurante de la gran M, las tres solas, bailando casi arriba de la mesa y nuestras locuras lesbicas; aun tengo en la mente el chico de la cafetería y que Atiziri se moría por besarlo, bueno, lo hizo y se acabo en encanto. Como olvidar los desvelos por estar aprendiéndonos las líneas de nuestros personajes, sobre todo de la obra final: D.F de Emilio Carballido. Los regaños por parte de los profesores, fueron un gran aprendizaje, pues teníamos que afinar la disciplina. La gran clase de los viernes, era aquella en la que tratábamos de cantar, los compases me volvían loca pero aprendí a leer las notas. Las clases con el profesor, aquel que no recuerdo su nombre, pero era un gran personaje de la vida real. Todo era perfecto.
Fue en aquel momento de mi vida, cuando me di cuenta por primera vez que todo en esta vida se te lo cobra, y así fue, no entrare mucho en detalles, sólo puedo decir que probé una cucharada de mi propio chocolate llamado traición.
Con Atzirí, compartí un poco más de tiempo después de que Gabo, se adueño del tiempo de Sony. Fue entonces que hicimos mil loqueras más. Fue con ella con quien me subí a un camión a cantar. "Me calaste hondo y ahora me duele..." eran las primeras letras de la rola que cantamos, aunque íbamos nerviosas, lo logramos y nos alcanzo para los té frutales. Una risa más cuando íbamos en el metro y representamos una infidelidad, yo, era la novia cuernuda que encontraba al novio en el metro con una chica, a la cual le armaba un mega escandalo, obvio, yo era la víctima y ella la mala del cuento que la gente voltearía a ver mal. Que gran divertida nos dimos al ver las caras de los pasajeros.
Y todo cambió de un día para otro, mentiras tras mentiras dijimos, los hechos hipócritas y las lágrimas de dolor se dejaron ver. Nos dejamos de ver, yo, entraría a la universidad, Atzirí también y Sony, se quedaba con Gabo en el escenario. Unos cuantos años pasaron y volví a ver a Atizirí, sin mucho que contar nos sentamos a beber un café. Con la promesa de reunirnos otra vez, nos despedimos. Y no fue hasta hoy, 6 años después de las alegres historias, que vuelvo a ver a Atzirí, me acerque sin temor a saludar y a darle un gran abrazo, desafortunadamente, sólo intercambiamos unas cuantas palabras. Ella Pedagóga, yo Psicóloga, que gran conflicto.
Hoy recordé mi adolescencia escenica, 16 y 17 años una edad complicada, con ideas más soñadoras que reales. Sólo era una niña queriendo ser actriz. Y como toda adolescente con sus conflictos existenciales, contruyendo una identidad, a veces actuando con moralidad y otras sin ella.
Hoy tuve un reecunetro con el pasado. El mundo es tan pequeño que encontré nuevamente a Atzirí. El mundo será tan pequeño, que algún día encontraré a esos ojos claros labios rosas, aunque pasen mil años. Y a él sólo a él lo encontraré.