UTOPÍAS CON MELANCOLÍA

UN PEQUEÑO LUGAR PARA SUBLIMAR, PROYECTAR Y TRANSFORMAR TODAS AQUELLAS PALABRAS EN SENTIMIENTOS Y EMOCIONES INIMAGINABLES TENIENDO COMO PRINCIPAL COMPLICE AL INCONSCIENTE


Un día llegaste y entraste sin tocar la puerta; te instalaste en un rincón, te acomodaste, hiciste aquel lugar tuyo. De vez en cuando salías a pasear, a dónde, no sé, pero sabia que regresarías y esperaba deseosa tu llegada. Aquel día parecía normal, en la tarde al llegar te busque pero no te halle, al principio no le tome mucha importancia pues pensaba que en cualquier momento entrarías y me besarías como siempre; esperé durante horas y tú no aparecías, me empecé a desesperar y comencé a dar vueltas; por un momento me quede dormida, en ese rato soñé que estábamos en aquella playa donde nos conocimos, rodeados de una luna grande y hermosa, de miles de estrellas y de una que otra estrella fugaz, me abrazabas y me besabas como sólo tú lo sabes hacer, me recitabas al oído un poema de Jaime Sabines, y de vez en cuando me cantabas pequeñas frases de aquella canción que me hiciste en la tarde lluviosa que hicimos el amor; de repente me desperté y te busque nuevamente pero no estabas. Fui a prepararme una taza de café; prendí un cigarrillo y los recuerdos empezaron a desbordarse, diversidad de escenas empezaron a invadir mi mente, hechos que pasaron desapercibidos en su momento, se convirtieron en algo valioso. El cigarro me empezó a quemar los labios y el café se desbordaba de la olla. Me serví café y me senté a esperarte, prendí otro cigarro, estaba inquieta, en ese momento sonó en teléfono, conteste inmediatamente, era mi madre, quería saber cómo estaba, claro que no le podía contar lo que pasaba así que le mentí diciéndole que estaba bien, también preguntó por ti, titubeé por un instante y volví a mentir, se despidió y retome la desesperanza que se había instalado en mí desde hace ya un rato. Termine de fumar y de tomar café y decidí irme a la cama pero al llegar a ella me dio mucho miedo oler tú almohada y pensar que tal vez no regresarías a ella, queriendo conservar tu aroma, tome una cobija y fui a dormirme al sillón. Cuando mire el retrato que estaba en la chimenea donde tú me abrazas unas cuantas lagrimas salieron y recorrieron mi rostro; recordé los viajes, las platicas que duraban horas en la sala y cuando dormíamos abrazados en el centro de la cama, pero despertábamos cada uno en un extremo de ella e infinidad de cosas. Recordando empecé a llorar inconsolablemente y entre lagrimas mis ojos se empezaron a cerrar; entonces desperté y me encontraba en mi cama sola, tome mi toalla y me metí a bañar para irme a trabajar, ese día en la noche sólo deseaba empezar a soñar y despertar y verte a mi lado...

0 comentarios:

Publicar un comentario